“TODA VIDA HUMANA, DEBE DEFENDERSE SIEMPRE”

Arzobispo celebra la vida con profesionales del Colegio de Obstetras y abuelitos del Asilo de Ancianos

09 de septiembre de 2022 (Oficina de Prensa).- Nuestro Arzobispo Metropolitano José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., es un firme defensor de la vida humana, en todas sus etapas: desde la concepción hasta su fin natural, por ello y con ocasión de celebrarse el Día Mundial de la Obstetricia, presidió en la Basílica Catedral de Piura, una Santa Misa de acción de gracias al Señor, que fue ofrecida especialmente por todos los profesionales de este campo de la salud, principalmente por los que laboran en nuestra Arquidiócesis. También se pidió por el eterno descanso de las 8 obstetras que han fallecido en el cumplimiento de su labor en nuestra Región, a causa de la pandemia. Estuvieron presentes en la Eucaristía los miembros del Colegio Regional I de Piura del Colegio de Obstetras del Perú, presididos por su Decana, la Licenciada Heydi Saavedra Arcela.

Nada justifica la eliminación deliberada de un ser humano inocente

Durante su Homilía, nuestro Arzobispo destacó la dedicación y entrega de las profesionales de la Obstetricia, quienes incluso en los momentos mas duros de la pandemia, no dudaron en permanecer en la primera línea de batalla, acompañando y cuidando de la salud de las mujeres embarazadas y de los niños por nacer, A las obstetras les dijo: “Es digno de resaltar que su vocación las lleve siempre a buscar lo mejor tanto para la madre embarazada como para el niño en el vientre materno. Como siempre lo recuerda su Colegio Nacional y lo hacen suyo cada una de ustedes, los Obstetras del Perú tienen un firme compromiso en defensa de la vida y de la familia, compromiso que se inició desde su fundación institucional en 1826. A lo largo de toda su existencia, su profesión siempre ha defendido la vida, porque el trabajo de los obstetras se ampara en la protección de la vida desde el vientre materno, hecho que han demostrado una y mil veces con su labor en los diversos establecimientos de salud del País, especialmente en los lugares más alejados, donde realizan con entrega, amor y sacrificio su trabajo, a pesar de que muchas veces no cuentan ni siquiera con los medios y materiales más elementales. Nunca se desanimen en su lucha por salvar las dos vidas: la de la madre y la de su hijo”.

Obstetras: Aliadas y guardianes de la vida

En otro momento Monseñor Eguren les recordó que: “No olviden que la vida de toda persona humana debe ser siempre valorada y defendida, desde que está en el seno de la madre hasta que es anciana, incluso si ésta sufre, está enferma, o es incómoda, siempre debe ser acogida, amada y ayudada. Nada, absolutamente nada, justifica la eliminación deliberada de un ser humano inocente. ¡El aborto no es y nunca será un derecho humano! Siempre hay que salvar las dos vidas, la de la madre y la de su hijo. El derecho a la vida desde la concepción es el primer derecho humano sobre el cual se fundamentan todos los demás derechos. El respeto a la vida desde la concepción es la primera justicia que hay que aplicar y constituye un principio no negociable. El no de la Iglesia al crimen abominable del aborto, es un sí a la vida, que puede alcanzar a todo ser humano en el santuario de su conciencia. Queridas obstetras, desde su labor, ustedes son aliadas y guardianes de la vida. Gracias porque, a pesar de todo, siguen luchando en favor de la salud y la vida; de la madre, del niño por nacer y de la población en general. Gracias por su vocación y su admirable trabajo”.

Santa Misa con las Religiosas y Abuelitos del Asilo de Ancianos de Piura

Nuestro Pastor sostuvo también un emotivo encuentro con las religiosas y los abuelitos que se encuentran en el Asilo de Ancianos de nuestra ciudad, con ocasión de celebrarse la festividad de Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars, fundadora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Esta fiesta coincide, en nuestro país, con la celebración del Día del Adulto Mayor. Junto con ellos, Monseñor Eguren celebró la Santa Misa, festejando la vida de estos hermanos nuestros que se encuentran acogidos y son cuidados amorosamente en este Asilo.

Ser un reflejo del amor de Dios para nuestros ancianos

Durante a Eucaristía, Monseñor José Antonio, dirigiéndose a las religiosas, les dijo: “Queridas hijas, quiero agradecerles por la entrega generosa y servicial que vienen realizando en favor de nuestros más de cien ancianos que actualmente atienden con tanto cariño en el Asilo, muchos de ellos abandonados por sus familias o padeciendo complicadas enfermedades, a lo que se ha sumado los difíciles momentos que han tenido que pasar a causa de la pandemia. Ustedes se han convertido para todos nosotros en un ejemplo de fe, esperanza y confianza en la Providencia, en un ejemplo de cómo en los momentos más difíciles no debemos nunca desanimarnos, ni desesperanzarnos, sino más bien mantener la mirada fija en el Señor que nunca abandona a quien confía y espera en Él. Con cariño les recuerdo lo que les decía su fundadora: «que los ancianos estén contentos y que no les falte nada de lo necesario, pues ésta es una de nuestras principales obligaciones, y por lo mismo se debe poner la mayor vigilancia y sumo cuidado para que estén bien asistidos». En el servicio amoroso a los ancianos y en la fiel observancia de sus Constituciones está vuestra santificación. Gracias por darnos este testimonio de amor y paciencia a los ancianos más necesitados, gracias por ser un reflejo de la imagen misma del amor de Dios a los más vulnerables”.

Valoremos el don de la vida de nuestros ancianos

Nuestro Arzobispo recordó además lo que permanentemente el Papa Francisco nos dice: «Un pueblo que no cuida de sus jóvenes y que no preocupa de sus ancianos, es un pueblo sin futuro, un pueblo sin esperanza». Por ello dijo: “Debemos estar siempre pendientes de nuestros mayores. Cuidarlos significa atenderlos, amarlos y protegerlos, como ustedes lo hacen en el Asilo desde hace más de 70 años, siguiendo el ejemplo de vuestra Fundadora que se esforzaba cada día por vivir la caridad cristiana que es reconocer en el hermano la imagen viva de Cristo, especialmente en los rasgos de su Pasión y Cruz, para prodigarles amor. Ustedes viven cada día la verdadera caridad cristiana, aquella que no es simple filantropía, sino que es por un lado mirar a sus ancianitos con los mismos ojos de Jesús, y por el otro, ver al Señor Jesús en la persona de cada uno de sus ancianitos. Ellos se merecen todo nuestro amor agradecido. Rechacemos siempre esa cultura del descarte que el mundo de hoy nos propone y más bien impulsemos una cultura del encuentro donde nadie sea apartado, sino más bien incluido. Valoremos el don de una vida larga que significa presencia de sabiduría y experiencia en nuestras vidas”.