Navidad
Locales

Una entrevista con nuestro Pastor sobre la Navidad

¿Monseñor José Antonio, por qué se estableció una fecha y en concreto el 25 de diciembre para celebrar la Navidad?

NavidadLa fiesta de la Navidad o Natividad del Señor Jesús hizo su aparición en Roma hacia el año 330.

Es un hecho que los Apóstoles y las primeras generaciones de cristianos no pensaron en celebrar como fiesta especial el nacimiento del Señor Jesús en Belén. Para ellos no había otra celebración que la de cada domingo en que celebraban la Pascua del Señor, es decir el "paso", (eso significa Pascua), del Señor Jesús de la muerte a la vida por el misterio de su pasión, muerte y resurrección. Sin embargo en el curso del siglo IV se introduce una nueva orientación. Hay varias razones que determinaron en primer lugar la celebración de la Navidad y que ésta se fijara el día 25 de diciembre. Estas son:

  • La aparición de doctrinas heréticas que dudaban de la humanidad del Señor. De ahí la intención de celebrar a través de la liturgia la fe verdadera: Jesucristo es Dios y Hombre verdadero.
  • Las fiestas de los mártires, catalogadas a través del aniversario de su martirio, (el día de su nacimiento a la vida eterna) hacen notar la ausencia del día del nacimiento de Aquel que es la Cabeza de los Mártires, el Señor Jesús; día distinto del día de su victoria pascual. Así encontramos por primera vez la mención del nacimiento de Cristo encabezando la lista de las celebraciones de los mártires.
  • El deseo de la liturgia de subrayar en su celebración la historicidad de los acontecimientos que celebra. Fijar en un día la celebración de la Navidad es entonces querer decirnos: este hecho, la Encarnación del Hijo de Dios realmente sucedió.
  • Finalmente el deseo de los cristianos de sustituir la fiesta pagana del Nacimiento del Sol Invicto, protector del imperio romano, celebrada el 25 de diciembre (solsticio de invierno en el hemisferio norte) por una solemnidad cristiana: la del Nacimiento del Reconciliador. El solsticio de invierno es el día del año de más corta duración de luz solar, pero a partir de ese día los días comienzan a hacerse más largos y las noches más cortas, por tanto es un día muy expresivo ya que las tinieblas no pueden vencer a la luz. Para los cristianos de los primeros siglos era muy claro que Jesús es verdaderamente el Sol de Justicia y la Luz del Mundo (ver Lc 1,67-69 y Jn 8,12ss), por ello escogen esta fecha para celebrar su nacimiento.

Monseñor, ¿cuáles son los símbolos más expresivos de la liturgia de la Iglesia en la fiesta de la Navidad?

NavidadPodemos encontrar los siguientes:

  • El más expresivo de todos es el Nacimiento o Pesebre que tuvo su origen en una iniciativa de San Francisco de Asís (siglo XII). Éste tiene un profundo arraigo. No hay iglesia o casa que para Navidad no tenga un pesebre. A través de las imágenes que lo componen se busca escenificar el Nacimiento de nuestro Reconciliador confesando la verdadera fe: "El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,14).
  • El Árbol de Navidad que a través de sus varios elementos nos ayuda a profundizar en el misterio de la Navidad-Encarnación: el árbol mismo que nos trae a la memoria el árbol del paraíso (ver Gn 2,9.17) de cuyo fruto comieron Adán y Eva desobedeciendo a Dios, y que nos recuerda por tanto el origen de nuestras desgracias, el pecado. Pero a la vez el árbol nos recuerda aquella frase hermosa de la Tradición de la Iglesia y que la Liturgia recoge: "Oh feliz culpa que nos mereció tal Redentor". Además su color verde nos habla de esperanza: Dios es fiel, el siempre cumple con sus promesas, Él no defrauda, por tanto dichoso aquel que como Santa María cree en Él porque "lo que te ha dicho el Señor se cumplirá" (Lc 1,45). Además están sus luces y adornos que nos hablan de la alegría de la Navidad y de la Buena Noticia de la reconciliación: "Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación a todos los hombres" (Tit 2,11). Coronando el árbol está la estrella que guió a los magos venidos de oriente y que simboliza al don de la fe que nos guía en nuestro peregrinar por el mundo hasta el Reino.
  • Finalmente encontramos un último símbolo muy expresivo: la decoración del Presbiterio (zona del altar) de la iglesia: Se ponen más velas o cirios encendidos, los arreglos florales son más abundantes y bellos, los ornamentos son de color blanco, los cánticos son alegres y muy expresivos en el tiempo de Navidad, etc. Durante el Adviento se suprimen algunos signos festivos para expresar que, mientras vivimos peregrinos es este mundo, alguna cosa nos falta para la fiesta completa. Sólo cuando el Señor esté con su pueblo de una manera visible (fin de los tiempos y, como signo, la Navidad), la Iglesia podrá hacer su fiesta con todo esplendor.

Monseñor, nos podría explicar, ¿cómo celebra la liturgia de la Iglesia la Navidad?

NavidadAntes que nada quiero decir que la Navidad no es sólo una fiesta sino un tiempo del Año Litúrgico que comienza a celebrarse el 25 de Diciembre y que culmina con la Fiesta del Bautismo del Señor, alrededor del 11 de Enero. Durante este tiempo además del Día de Navidad se celebran otras fiestas que buscan todas ellas ser como una prolongación meditativa de la Navidad: Fiesta de la Sagrada Familia, Santa María de Dios (1 de Enero), Epifanía del Señor (6 de Enero).

Propiamente el día de la Navidad la liturgia lo celebra con tres misas: Misa de Media Noche (conocida popularmente como Misa de Gallo); la Misa de la Aurora y la Misa del Día. Cada una de ellas va sumando a la anterior algún aspecto del misterio de la Encarnación.

Así la Misa de Media Noche está toda ella dominada por el tema de la Luz:

"Oh Dios, que has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, Luz verdadera" (Oración Colecta de la Misa). "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; Habitaban tierras de sombras y una luz les brilló…Porque un niño nos ha nacido,…y se llamará: Consejero – Admirable, Dios – Poderoso, Príncipe de la Paz" (1ª. Lectura).

"Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz" (Evangelio).

Como se ve la liturgia de esta misa juega con el símbolo de la noche oscura iluminada por una luz clara que es el Niño nacido en Belén. El nacimiento del Niño – Luz introduce en el mundo dominado por las tinieblas la luz que es vida, calor, felicidad, reconciliación.

La Misa de la Aurora:

NavidadMantiene el tema de la luz y añade además el tema de la alegría mesiánica como puede meditarse en los textos siguientes:

"Los pastores se volvieron dando gloria a Dios y alabanzas, por lo que habían visto y oído" (Evangelio). "Salta de alegría, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira, ya llega el Rey, el Santo, el Salvador del Mundo" (antífona de comunión).

"A los que hemos celebrado con cristiana alegría el nacimiento de tu Hijo, concédenos, Señor, penetrar con fe profunda en este misterio y amarlo cada vez con amor más entrañable (Oración después de la Comunión).

Misa del Día:

La Misa del Día nos introduce en la hondura más profunda del Niño nacido de Santa María Virgen en Belén: ese Niño es el Verbo Eterno de Dios, que se hizo carne y acampó entre nosotros". Por eso en esta Misa se lee el Prólogo del Evangelio según San Juan (ver Jn 1,1ss). La Misa del Día nos lleva a contemplar y adorar con los ojos de la fe el misterio de Belén: Dios se hace hombre para que el hombre pueda nuevamente entrar en comunión con Dios, su principio y fin y sin el cual no hay posibilidad para el ser humano de felicidad y realización, porque como bien dice San Agustín al inicio del libro de las Confesiones: "Me hiciste, Señor, para Ti y mi corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti".

Finalmente Monseñor, ¿qué lecciones nos deja la Navidad-Encarnación para nuestra vida espiritual?

Dentro de las muchas que se pueden mencionar yo diría que tres:

  1. Que el misterio del hombre se esclarece sólo en el misterio de Jesucristo. Como bien ha señalado el Concilio Vaticano II en su Constitución Pastoral Sobre la Iglesia y el Mundo actual, Gaudium et spes: "Cristo, el Señor, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente al mismo hombre lo que es el hombre y le descubre su altísima vocación" (GS, 22). Es decir, "vale la pena ser hombre por que tú, Señor, te has hecho hombre". En el Señor Jesús, la persona humana puede encontrar la respuesta plena a la pregunta más importante que hay en la vida: ¿quién soy? ¿para que existo? ¿qué debo hacer para ser feliz? Hay una relación muy estrecha entre el misterio de la Encarnación y la antropología cristiana.
  2. La valoración del mundo: el mundo que para algunas religiones y filosofías es esencialmente malo, ilusorio, engañoso, en el misterio de la Encarnación es devuelto a su sentido. La Palabra al hacerse carne valora el mundo. Las cosas, los bienes, son creados por Dios como buenos. El mundo en sí mismo es bueno. El hombre con su libertad mal ejercida introdujo en él, el pecado. En el misterio de la Encarnación, Cristo le imprime al mundo el dinamismo de la Verdad y el Amor restableciendo su bondad y haciendo que pueda alcanzar su plenitud al fin de los tiempos.
  3. Finalmente el don de la Reconciliación: este es el gran regalo de Dios a nosotros en Navidad. Este es el don que el Hijo de María nos trae en Navidad y que debemos acoger con fe y amor en nuestro corazón, siguiendo el ejemplo de Santa María que abrió todo su ser al Señor. Reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con nuestros hermanos humanos y con la creación entera. La Reconciliación sana todas las rupturas y divisiones, fruto del pecado.

En la Encarnación somos reconciliados con Dios, y a partir de esta reconciliación fontal, la persona humana puede vivir en armonía, en reconciliación, consigo mismo, con los demás y con el mundo creado. El llamado que debemos escuchar esta Navidad es el que resuena en la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios: "Déjense reconciliar con Dios" (2 Cor 5,20).

No nos olvidemos que Navidad es Jesús y que sólo habrá Navidad en la medida en que abramos de par en par el corazón para que en él nazca el Señor de la Historia.

Compartir: