21 de abril (Oficina de Prensa).- Ayer por la noche, Mons. José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., Arzobispo Metropolitano de Piura celebró la Santa Misa en la Basílica Catedral de Piura que abrió sus puertas luego de casi tres semanas de trabajos intensos en la renovación total del piso.
Durante su homilía, Mons. José Antonio Eguren, reflexionó en el Evangelio de San Juan, en el cual el Señor Jesús expresa la definición más hermosa de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la Vida” (Jn. 14,6).
“Yo soy el camino: Sólo creyendo en Jesús y siguiéndolo a Él nos salvamos. Jesús es el único camino de felicidad y de salvación. No hay otra senda para ser felices y para desplegarnos auténticamente que Él. El Señor Jesús no es una opción más entre otras opciones o un camino más entre otros caminos. ÉL ES EL CAMINO de felicidad y de vida. Hoy en día hay que tener el coraje de recorrer el camino de vida que es Cristo e invitar a todos a caminarlo”.
Más adelante dijo: “Yo soy la verdad: Hoy en día muchas voces nos quieren convencer de que la verdad no existe y que todo es relativo. Esta mentalidad ha contaminado incluso a muchos cristianos. No hay que tener miedo hoy en día de proclamar que la verdad absoluta sí existe y que ella es Cristo. Cristo es la Verdad, es decir la base firme y segura para la vida, de manera que quien se apoya en Él no queda defraudado sino que encuentra la libertad verdadera, la luz que ilumina y da sentido a toda la realidad. En Jesús se esclarece el misterio del Hombre y de toda la Creación”.
“Yo soy la Vida: Finalmente el Señor Jesús es la Vida divina comunicada a la persona humana. Solamente en Él, cada uno de nosotros alcanza la plenitud de la Vida divina a la que estamos destinados. Por eso, Jesús es tajante en decir: «Nadie va al Padre sino por mí»”.
Muchos fieles cristianos asistieron a la celebración eucarística, quienes expresaron y manifestaron su gran alegría al ver la Basílica Catedral de Piura totalmente renovada en su piso, el cual lleva en el centro de la basílica, un hermoso mosaico con el escudo Vaticano, como signo de nuestra comunión y fidelidad al Santo Papa.
Esta obra ha sido posible gracias a donaciones del exterior, a la constante contribución de los fieles piuranos y al apoyo generoso de la Caja de Piura.