San Agustín de Hipona

Benedicto XVI: “Dios es la única respuesta a las inquietudes del corazón humano”

San Agustín de Hipona27 de febrero (Oficina de Prensa).- Continuando con el ciclo de Catequesis de los Padres Apostólicos, el día de hoy ha concluido con las reflexiones dedicadas a la figura de San Agustín de Hipona. A continuación les ofrecemos la síntesis publicada por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El Papa subrayó que "San Agustín es uno de los más grandes convertidos de la historia cristiana", y afirmó que quien lee "Las Confesiones", "se da cuenta fácilmente de que la conversión del santo obispo de Hipona no fue repentina ni plenamente realizada desde el inicio, sino que puede ser definida más bien como un verdadero y propio camino, que sigue siendo un modelo para cada uno de nosotros".

"San Agustín -continuó- fue un buscador apasionado de la verdad (…) y la primera etapa de su camino de conversión se realizó en el acercamiento progresivo al cristianismo". Fue educado cristianamente por su madre Mónica, pero a pesar de haber vivido una vida desordenada en su juventud, "siempre advirtió una atracción profunda por Cristo".

El Santo Padre señaló que la "pasión por el ser humano y por la verdad llevó al santo a buscar a Dios, grande e inaccesible. La fe en Cristo le hizo entender que el Dios aparentemente lejano, en realidad no lo estaba; se había acercado a nosotros, se había hecho uno de nosotros. En este sentido, la fe en Cristo culminó la larga búsqueda de Agustín por el camino de la verdad. (…) Esta es una vía que hay que recorrer con valentía y al mismo tiempo con humildad, abriéndose a una purificación permanente de la que cada uno de nosotros tiene necesidad siempre".

El santo doctor de la Iglesia, recordó, fue "consagrado sacerdote en Hipona, aunque no era su deseo, y destinado a servir a los fieles siguió viviendo con Cristo y por Cristo, pero al servicio de todos. Esto le resultó muy difícil, sin embargo desde el inicio entendió que solo viviendo para los demás y no solo para su privada contemplación, podía realmente vivir con Cristo y por Cristo. De este modo, renunciando a una vida sólo de meditación, aprendió, a menudo con dificultad, a poner a disposición de los demás el fruto de su inteligencia. Aprendió a comunicar su fe a la gente sencilla y a vivir así para ella en aquella ciudad que se convirtió en la suya. (…) Esta fue su segunda conversión".

El Santo Padre señaló que existe una última etapa del camino agustino, "que podemos llamar una tercera conversión, que le llevó cada día a pedir perdón a Dios. (…) Tenemos necesidad de una conversión permanente; (…) de esta humildad que reconoce que somos pecadores en camino, hasta que el Señor nos dé la mano definitivamente y nos introduzca en la vida eterna. Agustín murió con esta actitud humilde, vivida día tras día".

"Convertido a Cristo, que es verdad y amor -continuó el Papa-, Agustín lo siguió durante toda la vida, llegando a ser un modelo para cada ser humano, para todos nosotros en la búsqueda de Cristo. (…) Hoy también, como en su tiempo, la humanidad necesita conocer y sobre todo vivir esta realidad fundamental: Dios es amor y el encuentro con El es la única respuesta a las inquietudes del corazón humano".

Benedicto XVI concluyó la catequesis implorando a Dios que "en nuestra vida se nos conceda cada día seguir el ejemplo de este gran convertido, encontrando como él en cada momento de nuestra vida al Señor Jesús, el único que nos salva, nos purifica y nos da la verdadera alegría, la verdadera vida".

La Audiencia General concluyó con la oración del Padre Nuestro y la Bendición Apostólica del Santo Padre, impartida a todos los fieles congregados en el Aula Pablo VI del Vaticano.