¡HACED EL BIEN HERMANOS, PARA VUESTRO BIEN!
Arzobispo celebra Santa Misa en la Fiesta de San Juan de Dios
12 de marzo de 2019 (Oficina de Prensa).- Nuestro Arzobispo Metropolitano, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., presidió la Santa Misa en la Basílica Catedral de Piura con ocasión de celebrarse la fiesta de San Juan de Dios, fundador de la Orden Hospitalaria del mismo nombre. Al inicio de la Eucaristía, Monseñor Eguren saludó al Hno. Benigno Chahuillco Allahua, Director del Hospital – Clínica y del Centro de Reposo San Juan de Dios en Piura, quien estuvo acompañado de la Hna. María Elena Torres Quispe, superiora de las Hermanas Mercedarias de la Caridad en Piura y de la Sra. Eddy Urruchi de Lapouble, Presidenta del Comité de damas voluntarias del Centro de Reposo. Participaron también de la Santa Misa los familiares y los pacientes, directivos, trabajadores, voluntarios, amigos y bienhechores de esta hermosa obra de caridad.
Durante su homilía nuestro Pastor destacó el ejemplo de santidad de San Juan de Dios: “Tenemos en la vida de San Juan de Dios, un hermoso ejemplo de santidad en el cual inspirarnos para vivir no solo nuestra cuaresma sino también nuestra vida cristiana. Pero para comprender su vida y obra tenemos que hacer referencia a tres hitos que lo marcaron: Él provino de una familia pobre pero muy piadosa, esta fuerte experiencia de fe cristiana fue la semilla que marcó posteriormente su santidad y con ello la obra que funda y que perdura hasta el día de hoy. También fue soldado y participó en importantes batallas, lo cual lo hizo fuerte, resistente y sufrido. Pero además está su gran devoción a la Santísima Virgen, a quien se encomendó estando condenado a morir ahorcado por una negligencia cometida como soldado. La Madre de Dios logró que le perdonaran la vida y después pudo dejar el ejército. Estos hitos que marcaron su corazón y su espíritu fueron disponiéndolo a ser el dócil instrumento en las manos de Dios para fundar y hacer perdurable esta gran obra”.
No cometamos el error de pensar que ya estamos convertidos
Monseñor Eguren remarcó además que: “Cuando Juan dejó el ejército se establece en la ciudad de Granada, y es ahí donde tiene una experiencia de encuentro con el Niño Jesús quien se le aparece muy pobre y necesitado y quien Juan lo ayuda bondadosamente. En esa ciudad también escucha uno de los elocuentes sermones de San Juan de Ávila sobre la vida de pecado, y así toma conciencia de su profunda vida de pecado y de la necesidad que tiene de una conversión más intensa de vida. Queridos hermanos, una gran enseñanza de San Juan de Dios es no cometer el error de pensar que estamos del todo convertidos, o creer que somos buenos cristianos y solo conformarnos con lo que ya hacemos en nuestra vida de oración, de penitencia, de caridad, sino que como él tengamos una experiencia espiritual más profunda que nos lleve con toda humildad a reconocer que aún queda mucho en nuestra vida por reparar y que nuestro corazón puede y debe convertirse más. Juan comprendió que debía alcanzar la santidad pero que aún estaba lejos de este ideal, por ello tras confesarse con el santo de Ávila y repartir todo lo que tenía se propuso una penitencia muy especial: hacerse el loco y deambular por la ciudad pidiendo misericordia a Dios por todos sus pecados, permitiendo que la gente lo humillara y lo hiciera sufrir. Juan de Dios es internado en un manicomio donde a la usanza de aquellos tiempos recibió fuertes palizas y golpes para ser curado. Todos estos maltratos los ofrecía como penitencia a Dios por sus pecados. Pero esto le sirvió de experiencia para darse cuenta que nunca a los pobres y enfermos había que tratarlos de manera brutal, sino con amor y ternura, que había que curarles primero el alma para luego curarles el cuerpo”.
Un verdadero héroe de la caridad
“Al retornar Juan de Ávila a la ciudad de Granada logra sacarlo del manicomio y asimismo le aconseja que deje de hacer esa fuerte penitencia y que más bien dedique su vida y sus energías a ayudar a los enfermos y a los más miserables por amor a Cristo Jesús, a quien ellos representan. Esta será la gran «locura» de San Juan de Dios que lo llevará a fundar su obra, basada en su conocida frase: «¡Haced el bien hermanos, para vuestro bien!», la cual lo convirtió en un verdadero héroe de la caridad. Esta debe ser también para nosotros la gran tarea de nuestras vidas, convertirnos en «locos de amor» y ayudar siempre a los más pobres, los enfermos, los desamparados, los ancianos y los huérfanos. Ayudar a aquellos que son producto de la cultura del descarte que tanto denuncia nuestro querido Papa Francisco. Ellos deben ser para nosotros el mismo Cristo porque llevan sobre sus cuerpos las llagas de la pasión, a ellos debemos atenderlos con el más exquisito cariño y de la misma forma refugiarnos cada vez más en la oración, porque sin el contacto con Dios es imposible amar auténticamente. Queridos hermanos, en el atardecer de nuestra vida, de una sola cosa seremos examinados: de amor. El cielo nos lo ganaremos por cuanto amor hemos expresado en nombre de Dios a los demás. En cuaresma este es un llamado fuerte a salir de nosotros mismos para hacer todo el bien que podamos, porque solo amando, entregándonos y sirviendo a los demás es como vamos a ser felices y a salvarnos”.
Seamos santos en el amor fraterno
Finamente Monseñor Eguren resaltó que: “La obra que San Juan de Dios ha fundado es una obra que perdura a lo largo de los siglos en medio de nosotros y que ahora es llevada por sus hijos espirituales, los miembros de la Orden Hospitalaria, a la cual se unen religiosos y una legión de voluntarios entre médicos, enfermeras, agentes sanitarios, y cientos de hombres y mujeres que dedican sus vidas a buscar proveer de los recursos necesarios para que, en nombre de Cristo, esta gran obra de caridad pueda seguir realizando aquellos objetivos que su padre fundador los ha llamado a realizar para la gloria de Dios y el servicio a los hermanos. Que San Juan de Dios nos ayude a ser santos en el amor fraterno, que nos ayude a alcanzar un gran amor especialmente por los enfermos y los pobres. Pidámosle que bendiga su obra y de manera particular la presencia y el trabajo que los hermanos hospitalarios realizan aquí en Piura, tanto en el Hospital o en el Centro de Reposo”.