EL CRISTIANO ESTA HECHO PARA SERVIR

Arzobispo lava los pies a doce hermanos venezolanos

29 de marzo del 2018 (Oficina de Prensa).- Hoy Jueves Santo, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., Arzobispo Metropolitano de Piura, presidió la Santa Misa Vespertina de la Cena del Señor, en la que conmemoramos la institución de los sacramentos de la Eucaristía y del Sacerdocio, así como el mandamiento del amor fraterno que nos dejó el Señor Jesús. La Basílica Catedral de nuestra ciudad se vio totalmente llena de fieles que participaron de la celebración eucarística con gran recogimiento y devoción.

Antes de la Santa Misa, nuestro Pastor estuvo en el confesionario brindando el sacramento de la reconciliación a un gran número de fieles. También cabe resaltar que con el fin de que el rito del lavatorio de los pies del Jueves Santo exprese plenamente el significado del gesto efectuado por Jesús en el Cenáculo, su entrega “hasta el final” por la salvación del mundo, su caridad sin límites, Monseñor Eguren lavó los pies a un grupo de 12 hermanos nuestros, varones y mujeres venezolanos que se han visto obligados a dejar a sus familias en Venezuela debido a la dramática situación que vive ese país. Ellos han llegado a nuestra ciudad en búsqueda de trabajo con la esperanza de lograr aquí un futuro mejor para ellos y sus seres queridos. De esta manera nuestro Arzobispo expresó en un gesto concreto la solidaridad y cercanía de la Iglesia y de Piura para con estos hermanos nuestros. A ellos, al final de la Santa Misa y gracias a Cáritas Piura, les hizo entrega de una donación consistente en víveres y productos de primera necesidad.

La Eucaristía memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor 

Al iniciar su homilía, nuestro Pastor manifestó: “Día de Jueves Santo, día de la Eucaristía. Día de Jueves Santo, día del mandamiento del amor fraterno. Grandes son los misterios que el día de hoy celebramos junto con el don del ministerio sacerdotal, porque sin sacerdotes no habría Eucaristía. Con ocasión de la celebración de la pascua judía, Jesús instituye la Pascua cristiana. El Señor sabe que va a ser entregado, procesado, condenado, y ajusticiado con el suplicio de los criminales y esclavos: la cruz. Pero también sabe que su Amor vencerá con su gloriosa resurrección. En la noche del Jueves Santo, Jesús toma por anticipado todos estos acontecimientos y los hace presentes en el pan partido y en vino consagrado, de tal manera que cada vez que sus discípulos nos reunimos para celebrar la Santa Misa, estos acontecimientos de salvación se vuelven a hacer presentes para sanarnos, reconciliarnos y santificarnos. Qué bueno es Jesús que nos ha dejado en la Eucaristía el don de sí mismo. A través de la Misa el amor que lo llevó a entregar su vida por nosotros nos alcanza, nos toca, nos transforma, nos salva. Fiel al mandato del Señor en esta noche santa, la Iglesia no ha dejado de celebrar la Misa, el sacramento de su Cuerpo entregado y de su Sangre derramada, Sangre de la alianza nueva y eterna. Es necesario recibir la Eucaristía para estar verdaderamente llenos de su Amor”.

Los cristianos estamos llamados a servir con amor a los demás 

En otro momento y reflexionando en el mensaje del Evangelio, Monseñor Eguren dijo: «El Evangelio de hoy (ver Jn 13, 1-15) nos trae el conmovedor pasaje del lavatorio de los pies que concluye con esta frase categórica de Jesús que no admite discusión alguna: «Les he dado ejemplo para que ustedes hagan lo mismo que yo he hecho». No hay que olvidar que en los tiempos de Jesús, lavar los pies era la tarea de los esclavos, por eso los apóstoles se sorprenden que el Señor se quite el manto, coja una toalla, se la ciña a la cintura, eche agua en una vasija y les comience a lavar los pies, repito tarea de un esclavo. Pedro se escandaliza y se resiste pero al final acepta. Aquí hay una primera enseñanza para todos nosotros: Debemos dejar que Cristo nos lave los pies, es decir debemos reconocer la necesidad que tenemos de Jesús para que nos libere de nuestros pecados. Es la única manera para poder tener parte con Él. Por eso es fundamental que los padres bauticen a sus hijos, y de que nosotros nos confesemos con frecuencia para que así el Señor nos purifique a fin de poder recibirlo con un corazón limpio en la comunión sacramental”.

“Pero hay una segunda enseñanza para extraer del lavatorio de los pies y es esta: Dar la propia vida por los otros es un hecho que no realiza todo el mundo, es un hecho extraordinario. No es algo que pase cada día ni que lo hagan muchas personas. Sin embargo servir a los otros, ponerse a los pies de los hermanos, eso sí es algo que podemos y debemos hacer todos nosotros cada día. Toda nuestra vida cristiana debe ser un servicio y Jesús lo ha querido señalar de una manera muy expresiva en el lavatorio de los pies, donde el amor se expresa en el servicio concreto, porque amor sin servicio es un amor vacío, y un servicio sin amor es una esclavitud y por tanto algo no digno de la persona humana. Con el lavatorio de los pies Jesús nos recuerda que los cristianos estamos llamados a servir. Cada vez que comulgamos nos comprometemos a servir y no a ser servidos”, acotó nuestro Arzobispo. 

Lavatorio de los pies a doce hermanos venezolanos 

Finalmente Monseñor Eguren expresó: “Esta noche de Jueves Santo lavaré los pies a doce hermanos y hermanas venezolanos. De esta manera quiero expresar lo que nos pide el Papa Francisco: A que no tengamos miedo al extranjero, sino más bien crear una sociedad donde nadie lo sea. Por tanto sepamos acogerlos y ayudarlos con amor y solicitud. Roguemos insistentemente a Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela, para que en estos momentos mantenga viva la esperanza en ese pueblo hermano, y que el Señor Resucitado los libere de todo temor, así como de los males de la violencia, el autoritarismo, la hambruna, y la persecución, y que por medio del diálogo, el respeto a la vida y a los derechos fundamentales de todos los venezolanos, se encuentren caminos de libertad, reconciliación y unidad para esta querida nación”.

Concluida la Santa Misa, nuestro Pastor procedió a trasladar a Jesús Eucaristía hacia el hermoso Monumento preparado horas antes con mucho cariño por las religiosas Hijas de Santa María del Corazón de Jesús. Se llama monumento de Semana Santa a la capilla o altar donde se reserva la hostia consagrada, desde el Jueves al Viernes Santo. Monseñor Eguren permaneció allí junto a todos los fieles en actitud de adoración ante la presencia real del Señor Jesús quien nos prometió: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).