HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE SANTA ROSA DE LIMA CON LA POLICÍA NACIONAL DEL PERÚ

En el día en que celebramos a Santa Rosa de Lima, la primera flor de santidad que brotó en nuestro Continente, patrona de América Latina y del Perú, así como de nuestra Policía Nacional, hago llegar a todos los miembros de la I Macro Región Policial de Piura mi más cordial saludo y felicitación en este día. A cada uno de nuestros policías les expreso mi sincero aprecio por su diaria entrega y generoso compromiso por hacer de Piura una Región más segura, donde reine la paz social y la vida sea preservada y defendida desde la concepción hasta su fin natural.

Cómo no evocar esta mañana al Héroe Nacional, el alférez Mariano Santos Mateos, el valiente de Tarapacá y abanderado de su Batallón en la batalla del Alto de la Alianza durante la Guerra del Pacífico, o al Héroe Nacional, capitán Alipio Ponce Vásquez, el Titán de Carcabón, quien murió en el Conflicto de 1941 entre el Perú y el Ecuador, y con ellos a tantos héroes y mártires de nuestra Policía Nacional. Son aproximadamente 1,500 los policías que han ofrendado generosamente sus vidas en defensa del honor patrio para mantener el orden interno en la lucha contra la delincuencia común, el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo. Hoy nuestro homenaje a todos ellos y a sus familias. Asimismo, nuestro pedido claro y firme a toda la ciudadanía para que respetemos a nuestros policías.

Condenables y censurables son los actos de agresión y ofensa que ellos sufren. Sólo en el primer trimestre del presente año se registraron a nivel nacional 217 casos de agresiones físicas y verbales al personal policial, así como actos de resistencia a la autoridad, sucediendo algunos de estos reprochables hechos en nuestra Región Piura, lo cual sin lugar a dudas nos avergüenza a todos los piuranos.  

¿Hasta cuándo nuestros policías tendrán que sufrir éstas y otras vejaciones? No respetar a un policía es no respetar a Dios, a la Patria y a la Ley, y sin éste respeto no es posible construir el Perú renovado en valores y virtudes que todos anhelamos de cara al Bicentenario de nuestra Independencia Nacional.

Nunca hay que olvidar que cuando se agrede a un policía no sólo se está agrediendo a una persona, lo cual de por sí ya es censurable, sino además se está agrediendo a la autoridad que él representa, y cuando la autoridad es agredida, la legalidad y la seguridad se ven seriamente comprometidas, siendo los más pobres y débiles, los más afectados, porque son los que menos medios y recursos tienen para defenderse por sí mismos.

Por eso el día de hoy rendimos homenaje a nuestros policías que a lo largo de nuestra historia hasta nuestros días, con su entrega cotidiana y con su servicio sacrificado y abnegado, contribuyen a la seguridad interna, a la paz, y a salvaguardar la vida de todos los peruanos, especialmente de los más necesitados y vulnerables.

Queridos policías: Para poder cumplir con cabalidad con su misión, y tal como lo hacía Santa Rosa de Lima, depositen siempre su trabajo con confianza en las manos de Jesucristo, nuestro Señor. Si así lo hacen, Él sabrá darles la sabiduría y la fortaleza que necesitan para cumplir cabalmente con su deber. Oramos constantemente para que, por la intercesión de Santa Rosa, el Señor Jesús y Santa María los protejan del mal que tienen que enfrentar, y que en nuestros días lamentablemente se expresa de nuevas y maliciosas maneras. Ciertamente los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz, como nos advierte el Señor en el Evangelio (ver Lc 16, 8).

Desde la fe en la resurrección, hoy también recordamos a tantos buenos policías que entregaron sus vidas por la seguridad ciudadana y el orden interno haciendo del honor y la lealtad el horizonte de sus vidas. En esta Santa Misa, los encomendamos al Señor de la Vida con gratitud y admiración, seguros que han recibido del Señor la corona de la vida, porque no hay amor más grande que dar la vida por los hermanos, como afirma el Señor Jesús (ver Jn 15, 13).

Con el Papa Francisco, quiero recordarles la importancia de su trabajo policial de cada día. Dice el Santo Padre: “Entre los policías y la gente hay un lazo hecho de solidaridad, confianza y dedicación al bien común. Las comisarías están presentes en todo el territorio nacional y son puntos de referencia para la colectividad, incluso en los pueblos más recónditos. Y esta presencia capilar los llama a participar en la vida de la comunidad en la que estáis insertados, tratando de estar cerca de los problemas de la gente, sobre todo de las personas más débiles y con dificultades. Su vocación es el servicio. Y esa vocación se manifiesta en la defensa de los individuos y del medio ambiente, en la acción por la seguridad, por el respeto de las reglas de la convivencia civil y por el bien común: es un compromiso concreto y constante en la defensa de los derechos y deberes de los individuos y de la comunidad. La tutela del orden público y de la seguridad de las personas es un compromiso siempre actual en una sociedad dinámica, abierta y garantizadora en la que estáis llamados a actuar”.[1]

Para poder cumplir con esta alta misión que les señala el Papa Francisco, sigan el ejemplo de Santa Rosa de Lima. Como ella, sean hombres y mujeres de oración y de vida sacramental, porque el mal que tienen que enfrentar cada día sólo se puede vencer con el bien y con la gracia que vienen de Dios.

Como Santa Rosa, sean hombres y mujeres virtuosos, sean personas morales, intachables e incorruptibles. Sólo siendo íntegros y honorables, serán guías auténticos para los demás y factores vivos de ética social, ya que con sus vidas y sus palabras estimularán a los demás a ser personas de bien.

Con nuestra santa peruana, les digo: “Guárdense de pecar y de equivocarse”. Asimismo no se aprovechen del poder que tienen. El profesionalismo que les exige su alta misión policial se mide también por la honestidad, la integridad, la firmeza de carácter y una profunda rectitud de intención.  

Como Santa Rosa, sean personas de vida abnegada y entregada al servicio de los demás, especialmente en favor de los más pobres e indefensos. Nuestra Santa peruana, dedicaba horas, no sólo a la oración y a la penitencia, sino también a atender a los indigentes, a los enfermos, a los hambrientos, a los sedientos y a los necesitados de todo tipo, en la enfermería que tenía en la casa de sus padres. Como Santa Rosa, un policía está llamado a ser servir y a amar, a acoger y defender la dignidad de toda persona humana, pero especialmente a los pobres, a los discapacitados, y hoy en día de manera especial a las mujeres sometidas a tantas formas de violencia condenables. ¡Protejan también a las familias!     

Como Rosa de Santa María, que fue pobre en recursos pero rica en fervor, estén siempre dispuestos a padecer limitaciones, estrecheces y sacrificios, pero manteniendo vivo su ardor, entusiasmo y pasión por los ideales que los convocaron a la vocación policial. No sean hombres y mujeres tristes. Jamás se dejen vencer por el desánimo. Nunca hay motivos suficientes para perder la esperanza. ¡El mal no triunfará por siempre!

Finalmente, como Santa Rosa de Lima, tengan siempre la certeza que cuando salen a las calles a patrullar o hacer sus rondas, cuando dirigen el tráfico o protegen los colegios e instituciones, o cuando trabajan en sus comisarías o realizan misiones de salvataje y rescate en desastres y en accidentes en nuestras carreteras, nunca están solos. El Señor Jesús está y camina con ustedes, y Santa Rosa desde el Cielo los mira con amor e intercede por sus necesidades y los cuida de los peligros.

Esto último que les digo no es retórica. Santa Rosa conoce de cerca su trabajo policial, lo valora y aprecia, porque su padre, don Gaspar Flores, fue arcabucero de la guardia del Virrey, es decir fue un policía como ustedes.

Queridos policías: Que los errores de algunos malos miembros de su institución no los desanimen ni les roben la esperanza y la alegría de servir a la sociedad peruana, porque son muchos más los buenos policías que hay y que a diario contribuyen con su abnegado servicio al bien común de nuestra sociedad.

Finalmente hago un nuevo llamado a las autoridades nacionales y regionales para que doten con más recursos y medios a nuestra Policía Nacional y que mejoren sus remuneraciones por el bien de sus familias. Urge mejorar los locales policiales, los puestos fronterizos y las escuelas donde se forman los futuros policías. Urge contar con mejores sistemas de comunicación y de informática, así como disponer de mejores y más modernos pertrechos. Apremia tener un mayor número de patrulleros y de unidades de patrullaje, pero que cuenten con un presupuesto y un plan de mantenimiento periódico, ya que de nada nos sirve adquirir estas unidades y no poder darles el servicio técnico que necesitan para su continuidad en el tiempo. Finalmente, se hace necesario contar con más efectivos policiales en Piura. Según el Censo del año 2017 somos la segunda región con más población después de Lima, y tenemos menos efectivos policiales por habitante que otras Regiones del Perú.

Estas son entre otras, algunas de las muchas necesidades que tiene hoy en día nuestra Policía Nacional, la cual ve recargado su trabajo al tener que combatir no sólo a la delincuencia común, el crimen organizado, y el narco terrorismo, sino a nuevos flagelos como la trata de personas, la violencia familiar, el contrabando, la tala indiscriminada, la minería ilegal, los delitos informáticos, etc. 

Que por la intercesión de Santa Rosa de Lima, el Señor les conceda que cuando salgan de sus casas para ir al trabajo, puedan después volver sanos y salvos, y que mientras protegen a otras familias, el Señor resguarde la de cada uno de ustedes.

Con afecto y sincero aprecio, los bendigo a todos en unión de sus familias.

San Miguel de Piura, 30 de agosto de 2019. 

  Solemnidad de Santa Rosa de Lima, Virgen
Patrona de Lima, del Perú y de América

[1] S.S. Francisco, Discurso a los Policías, 06-VI-2014.