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MENSAJE A LOS SACERDOTES DE PIURA Y TUMBES

Arzobispado de Piura

San Miguel de Piura, 27 de marzo de 2017

Muy queridos hermanos sacerdotes:

Nuevamente me dirijo a ustedes, en primer lugar para hacerles llegar mi afecto y mis oraciones así como mi gratitud y admiración por todo el trabajo de asistencia caritativa cristiana que vienen desplegando en favor de los damnificados desde el inicio de la emergencia. Un igual reconocimiento para nuestra Caritas Arquidiocesana cuyo desempeño viene siendo ejemplar en estas semanas.

En estos días y en prácticamente toda la Arquidiócesis, estamos viviendo un momento sumamente dramático porque los desastres naturales han alcanzado un nivel extremo. El Señor nos pide entonces que hagamos un esfuerzo mayor de entrega y de servicio a los hermanos que lo han perdido todo. Él, que nunca se deja ganar en generosidad sabrá recompensarnos si así lo hacemos.

Por ello les pido que en la medida de sus posibilidades y capacidades, atiendan todas las emergencias que puedan, especialmente la de proveer agua y alimento al sediento y al hambriento, y dar hospedaje y acogida al que no tiene a dónde vivir en estos momentos.

Para ello les pido que organicen a sus fieles, a los movimientos eclesiales y asociaciones laicales de sus Parroquias, para que compartan el alimento con el necesitado o acojan en sus hogares a los que no tienen a donde ir. Igualmente si la infraestructura de sus parroquias lo permite, les ruego acojan a las familias que lo necesiten. Invito a unirse a esta acción a los sacerdotes religiosos, porque como nos dice el Papa Francisco: “Ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos” (Carta Apostólica Misericordia et misera, n. 20).

Que el Señor Jesús y su Madre Santísima, Nuestra Señora de las Mercedes, nos bendigan en esta hora difícil, y nos ayuden a superarla por medio del amor fraterno y de la misericordia.

Con mi bendición pastoral, los abraza y pide sus oraciones.

Datos biográficos

Mons. José Antonio EgurenMonseñor José Antonio Eguren Anselmi nació en la ciudad de Lima el 14 de junio de 1956. Cursó estudios en la escuela Inmaculado Corazón y luego en el Colegio Santa María. Ingresó a la Pontificia Universidad Católica en la que cursó Letras. En ese tiempo ingresó al Sodalicio de Vida Cristiana, siendo uno de los miembros de la generación fundacional de esta Sociedad de Vida Apostólica de derecho pontificio. Posteriormente cursó estudios de filosofía y teología en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. En el año 1982 estuvo de residente en el Seminario Mayor Bolivariano de Medellín, en Colombia, y realizó estudios de especialización en Espiritualidad y Liturgia en el Instituto Teológico Pastoral del CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana).

El 9 de julio de 1981 realizó sus compromisos perpetuos de plena disponibilidad apostólica en el Sodalicio de Vida Cristiana. Fue ordenado sacerdote por el entonces Arzobispo de Lima Cardenal Juan Landázuri Ricketts, el 18 de diciembre de 1982. Estuvo incardinado en la Arquidiócesis de Lima hasta febrero de 2001, ocasión en que el Papa Juan Pablo II concedió al Sodalitium Christianae Vitae la facultad de incardinar a sus sacerdotes propios.

Tras su ordenación sacerdotal, Monseñor Eguren realizó diversas labores de animación apostólica y espiritual en el Sodalicio. Asimismo desde 1985 hasta 1989 fue Secretario de la Comisión para la Liturgia de la Conferencia Episcopal Peruana.

De diciembre de 1991 a febrero de 2002, fue párroco de la Parroquia “Nuestra Señora de la Reconciliación”, en Lima. En noviembre de 2000 fue nombrado Vicario Episcopal, responsable arquidiocesano de Movimientos Apostólicos y miembro del Colegio de Consultores de la Arquidiócesis de Lima.

El 16 de Febrero de 2002 el hoy Siervo de Dios Juan Pablo II lo nombró Obispo Titular de Castello di Ripa y Auxiliar de Lima.

El 07 de abril de 2002, recibió la Ordenación Episcopal de manos del Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne en la Basílica Catedral de Lima.

Como Obispo auxiliar de Lima ha sido responsable de la Vicaría Episcopal III, encargado de los Movimientos Eclesiales y de la Oficina de Pastoral, entre otras varias responsabilidades pastorales.

Actualmente es Presidente de la Comisión para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Peruana.

El Papa Benedicto XVI ha nombrado Arzobispo de Piura y Tumbes a Mons. José Antonio Eguren Anselmi, SCV, el martes 11 de julio de 2006. Tomó posesión canónica de la Arquidiócesis el 22 de agosto de 2006, Memoria de Santa María Virgen, Reina.

El 29 de junio de 2007, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, recibió el Palio Arzobispal de manos de Su Santidad Benedicto XVI.

El escudo episcopal

El escudo presenta:

En el lado superior izquierdo aparece un símbolo del Sodalicio de Vida Cristana, Sociedad de Vida Apostólica de la que proviene. El símbolo incluye la M de Santa María, y la flama de la fe.

En el lado superior derecho aparecen dos alas y una espada que simbolizan a San Miguel Arcángel, patrono de Piura. Como nuevo Arzobispo de Piura, Monseñor Eguren ha querido poner su ministerio episcopal bajo la protección del Arcángel defensor de la Iglesia.

En el campo inferior domina la emblemática barca con remos y velas, expresión gráfica de su lema episcopal «Remis Velisque», que significa «con los remos y con las velas».

Este lema tomado de la antigua fórmula propia del arte de la navegación y recogida por el Papa Pablo VI, expresa el esfuerzo humano -representado por los remos- que coopera con la gracia del Espíritu, que como viento impetuoso, inflama las velas.

La Cruz de la Nueva Evangelización que domina la vela mayor conduce a la nave a navegar «mar adentro» en el tercer milenio bajo la guía maternal de Santa María, representada en la estrella radiante, guía del navegante.

El lema episcopal alude asimismo al trabajo de evangelización y promoción humana.

VISITA PASTORAL DEL ARZOBISPO DE PIURA A TUMBES

700 jóvenes tumbesinos se comprometen con Cristo al recibir la Confirmación

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30 de noviembre de 2015 (Oficina de Prensa).- En un ambiente de gran alegría, reverencia y fervor, el día de ayer Domingo I de Adviento, en el marco de su visita pastoral a la Vicaría Foránea de Tumbes, nuestro Arzobispo Mons. José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., administró el sacramento de la Confirmación a más de 700 jóvenes entusiastas provenientes de las 7 parroquias de dicha Vicaría. Los jóvenes que tras una adecuada catequesis se vinieron preparando para recibir la plenitud del Espíritu Santo, estuvieron acompañados, en este día tan especial, por sus catequistas, familiares y amigos. Fue una gran fiesta de la fe que se llevó a cabo en el nuevo Coliseo Municipal de Puyango. Concelebraron la santa Misa el Vicario General Rev. Mons. Pedro Talledo Nizama, el Vicario Foráneo R.P. Álvaro Otero, junto a los párrocos del lugar.

3Durante su homilía Mons. Eguren se dirigió con mucho cariño a los confirmandos invitándolos a comprometerse personalmente con Cristo y a ser sus testigos en medio del mundo: “Queridos jóvenes, al inicio de este tiempo de Adviento, los exhorto a que a partir de su confirmación trabajen intensamente por prepararle al Señor Jesús que viene un mundo más justo y reconciliado, más maduro y digno de su última y definitiva venida”.

191213f“Ello – continuó diciendo nuestro Pastor – será únicamente posible progresando en el amor, como nos exhorta el apóstol San Pablo en la segunda lectura que hemos escuchado, lo que significa que guiados por el Espíritu Santo y María Santísima sepamos abrirle cada vez más el corazón a Cristo – Amor, para así ser capaces de irradiar su Amor en todas las circunstancias concretas de nuestra vida”.

“Ustedes, queridos confirmandos, reciben al Espíritu de fortaleza para que puedan dar valiente testimonio de que Jesús es su Señor, para que puedan ir contracorriente y ser signos de contradicción en medio del mundo, para que puedan armar ese “lío santo” al que los ha invitado el Papa Francisco, y de esta manera estar de pie, firmes, con la cabeza erguida ante el Señor, nuestro libertador, que no tarda en venir”, concluyó Monseñor Eguren.

Finalizada la celebración eucarística, nuestro Arzobispo se reunió con los sacerdotes de la Vicaría Foránea de Tumbes, compartiendo fraternales momentos de intercambio pastoral.

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LA CRUZ NOS CURA, NOS SALVA Y NOS DEVUELVE LA PAZ

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26 de noviembre de 2015 (Oficina de Prensa).- La mañana del lunes 23 de noviembre, en el centro poblado de San Clemente de Sechura se congregaron cientos de fieles devotos para celebrar la festividad en  honor al Señor de los Milagros.  La santa Misa fue presidida por nuestro Arzobispo Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., y concelebrada por el párroco R.P. Alfredo Calsina Calle. También estuvieron presentes el Sr. José de la Luz Benítez, Alcalde de San Clemente junto a su señora esposa y el Sr. Ruperto Antón, Teniente Gobernador.

3Durante su homilía Mons. Eguren dijo a los fieles presentes: “Queridos hermanos, su presencia aquí para venerar esta hermosa cruz del Señor de los Milagros es una muestra de la profunda fe cristiana de los pobladores de San Clemente. La cruz es el símbolo del cristiano, y ustedes que recibieron esta herencia de vuestros antepasados conserven siempre esa profunda devoción a Jesús crucificado, porque Él es el supremo modelo de entrega y amor por nosotros. El Señor cargado con nuestros pecados subió a la cruz, para que muertos al pecado vivamos para siempre. La cruz nos cura, nos salva, nos devuelve la paz. Pero la historia de Jesús no termina con la muerte, pues cuando recordamos la cruz de Cristo, nuestra fe y esperanza se centran en el resucitado. Cristo vence al pecado y a la muerte desde su propia muerte en la cruz, convirtiéndola en signo de reconciliación para todos nosotros”.

4Que su fe en el Señor de los Milagros – continuó diciendo nuestro Pastor –  crezca cada día con la ayuda de Santa María. Ella es la mujer fuerte que al pie de la cruz nos enseña cómo vivir la verdadera fortaleza ante la adversidad: cuándo más dolor hay en el corazón de María, más se adhiere Ella a la cruz del Señor, pero lo hace con la esperanza puesta en las promesas de Dios. La cruz es para María motivo a la vez de dolor y de alegría. Ella sufre como Madre todos los dolores de su Hijo, pero vive este sufrimiento en la perspectiva de la alegría por la gloriosa resurrección del Señor. No dejen de imitar a la Madre de Jesús al pie de la cruz, siendo coherentes y fieles a Cristo en las pequeñas y grandes cruces de nuestra vida diaria, y poniendo nuestra confianza en aquel madero que se alza desde la tierra hacia el cielo, madero donde se evidencia la victoria de la vida sobre la muerte, de la gracia sobre el pecado”.

La devoción al Señor de los Milagros, de profunda raigambre en el pueblo católico de San Clemente, se remonta a 157 años atrás. Cuenta la historia que Don Blas Tumi, un católico agricultor del lugar, encontró en su parcela un árbol de algarrobo cuyas raíces formaban la figura de una cruz. Viendo en ello un signo de Dios y de especial cariño para con el pueblo de San Clemente, a lo largo de un año Don Blas se dedicó a tallar la imagen de Cristo crucificado sobre el madero de aquel algarrobo. El 23 de noviembre de 1859 se empezó a celebrar su festividad.

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